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lunes, 13 de abril de 2015

Carolina Geel: Asesinato en el Hotel Crillón


Catorce años después, en 1955 en el mismo hotel Crillón, otra escritora María Carolina Geel, sacaba su pequeña Browning para dispararle al cronista deportivo y funcionario de la Caja de Empleados Públicos y Periodistas, Roberto Pumarino Valenzuela. Éste había enviudado hacía sólo dos meses, pero decidió casarse con otra mujer en lugar de hacerlo con la escritora, que había sido su amante durante ocho años. María Carolina no le perdonó esta deslealtad y le vació en el cuerpo los cinco tiros del cargador. No tuvo tanta suerte como María Luisa. Pumarino murió dejando huérfano a un niño de 6 años. La autora de El mundo dormido de Yenia y Extraño Estío, fue condenada a prisión donde escribió la más exitosa de sus novelas, Cárcel de mujeres, que fue reeditada hace algún tiempo.

María Luisa Bombal, Crímen a sangre fría en el Hotel Crillón


En enero de 1941. María Luisa estaba en Viña del Mar, cuando vio en un diario la noticia del regreso a Chile, desde los Estados Unidos, de Eulogio con su esposa. La imagen de la felicidad de ellos se la hace intolerable. Viaja a Santiago. La tarde del 27 de enero de 1941 entra al Hotel Crillón, donde pide un cointreau y escribe una carta para Eulogio, que no termina. Poco antes de las cinco abandona el Hotel. Por desgracia, en ese mismo momento, él va saliendo de un edificio. Ella lo sigue, lo llama, él no responde. Entonces ella saca del bolso una pistola y le dispara tres balazos. Se lo llevan en un taxi a la Asistencia, cuando le informan que la culpable fue María Luisa Bombal, Eulogio se muestra extrañado. "¡Pero si hace tantos años que no se de ella!" -dice.
Eulogio no se querelló e hizo lo posible para aminorar la culpa de María Luisa. Gracias a esto, y a los informes médicos que indican que actuó en un estado de privación de sus facultades mentales, la justicia la absuelve el 15 de julio de 1941, sentencia que aprueba la Corte de Apelaciones de Santiago, el 21 de octubre de mismo año.

Historia de un Hotel 5 estrellas





Construido entre 1917 y 1919 el edificio del Hotel Crillón, hoy transformado en galería comercial, fue en su origen residencia de la familia Larraín García Moreno. Bautizado primero como Hotel Savoy, el Crillón fue conocido en todo el continente. Sus elegantes salones fueron, en los años 30, epicentro de recepciones sociales, mientras que en su famoso bar se reunían diariamente los habitué (exclusivamente hombres) que ya contaban, en algunos casos, con su propia casilla de correo en el lugar. "Era muy apreciado su grill, donde los hombres iban a tomar el aperitivo. Muchos iban todos los días, en la mañana y en la tarde. Cuando más concurrido estaba era los sábados por la mañana", cuenta el banquero don Germán Hevia, uno de sus clientes en la década de los 40.


El hotel, que contaba con todos las comodidades de un moderno recinto, se caracterizaba por su esmerada atención, a cargo de camareras expertas. Comedores amplios y bien decorados, tanto cerrados como al aire libre, en donde se servía comida francesa e internacional, eran valorados por el público exigente como la mejor opción para un encuentro. En su salón de té se reunían más de 600 personas al día.
Faisán o venado eran parte de las exquisiteces que ofrecía su cocina una vez por semana.
En esas calles se concentraban los cafés y bares que más frecuentaban los literatos de la ciudad. Mariano Latorre, Oreste Plath, Ricardo Latcham y Tito Mundt eran asiduos del café Santos, donde servían de té de hojas remojado y una panera con varios tipos de galletas de agua. Cuando la Confitería Torres estaba en Ahumada, era posible ver a Rubén Darío tomando once en una de sus mesas. En su ruta también estaban el café Papa Gage y el Tea Room, ubicado en el cuarto piso del Gath y Chaves, la primera tienda por departamentos que hubo en Chile.



Ahumada y Huérfanos eran el epicentro. Una tarde cualquiera, era posible ver a escritores entrar a un elegante salón de té o a María Luisa Bombal en la esquina de Ahumada con Agustinas saliendo del Hotel Crillón, el primer cinco estrellas que tuvo Santiago.


La familia Cousiño es otro tradicional "vecino" del centro de Santiago. El ex Hotel Crillón es su propiedad más emblemática, y que hoy está justamente en el centro de la guerra del retail. ¿Por qué? Tras vencer el contrato de arriendo en ese lugar -en la concurrida esquina de Agustinas con Paseo Ahumada- con Falabella, Ripley se quedó con esa plaza, donde inició un plan de remodelación y ampliación del espacio destinado a la tienda.


Edificio Crillón